sábado, 27 de enero de 2018

En Quillacollo

Tripliqué la distancia diaria que me muevo en bici. Ahora vivo en Quillacollo, y sigo trabajando en Cochabamba.

¿Cómo afecta a esta ciudad la carretera que la parte por el medio?

Muchas aceras no tienen rampas de entrada a los garajes, que ya hay; la motorización es reciente.

El tráfico es diferente al de Cochabamba; es en general más lento. Puede que sea más respetuoso a los ciclistas. Muchas calles son de doble vía, sin otra separación que una línea central pintada sobre el pavimento. Pese al doble sentido de muchas calles y a los rompemuelles que muchas de ellas tienen, algunos motoristas van más rápido de lo que uno quisiera. Se ve ciclistas en las diferentes zonas de la ciudad.

Veo y retiro pájaros aplastados en distintos lugares, de vías de tierra.

Aquí hay más salas de internet que en Cochabamba, a precios varios; muchas de ellas son antros de viciosos de juegos.

Hay vida social-comercial en el lado sur de Quillacollo hasta esta hora, las nueve y más de la noche del día sábado. El centro de la ciudad tiene locales que se pueden llamar de consumo suntuario, con letreros que buscan exclusivizar a sus clientes. Quillacollo se refina.

Hay un barrio al oeste-centro donde, en cada cuadra, de un poste cuelgan muñecos vestidos de muchachos, indicación de los vecinos que son o pretenden ser linchadores de pretendidos ladrones o sospechosos de ladrones. En ese mismo barrio abundan los camiones grandes de transporte a distancia, algunos con acoplados. En Villa Moderna, empiezan a electrificar los muros; crece el miedo.

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