Perro pequeño muerto por micrero
Hoy vi morir a un perro pequeño entre las ruedas de un micro. Yo estaba adelante de ellos; con la cabeza vuelta hacia atrás, vi al perro, en medio de la calzada, ser tragado por el túnel de las ruedas delanteras; quise verlo aparecer sin daño detrás del micro, pero lo vi ser aplastado por una de las traseras. El micrero llevó la movilidad a un costado y la paró ahí; yo apoyé mi bici al bordillo. El perro, de costado sobre el pavimento, tembló un poco. Antes de llegar yo a él, lo vi quieto, ya muerto. Lo toqué. El micrero trató de desubicarse, pero pudo, rápidamente, callar. El dueño del perro estaba ahí en la calle, y vio la cosa. Dijo que lo enterraría adentro, en su patio. No acusó al chofer. Alzó al animal muerto y se lo llevó, para adentro, para su casa. Fue a media tarde, por Chalancalle, entre puente Tolavi y Cuatro esquinas. (Antes de escribir esto, puse mentalmente: Hoy vi morir a un animal entre las ruedas de un carro, a un animal no humano.)
El perrito me pareció macho, era de pelo color castaño, y debió pesar unos ocho kilos, era pequeño; tenía un año y medio, dijo su dueño.
Los autos son muy pesados y a veces van demasiado rápido para la capacidad de nosotros animales, humanos y otros, de percibirlos, evaluarlos, reaccionar ante su ser peligrosos para nosotros animales, no escapando, hay veces, de ellos. Los autos son anti-animales, son contra-humanos, están mal, hay que deshacernos de ellos.
Estoy aún en trauma.
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