miércoles, 27 de noviembre de 2019

La experiencia, por Lee Hoinacki

[Cuatro años después, republico esto.]

... toda la cuestión de la experiencia es infinitamente penetrable. No hay fin para lo que uno puede experimentar en términos de profundidad. Estoy firmemente convencido, especialmente a partir de mi experiencia en España, de que toda la cuestión de la experiencia es realmente no comprendida, no explorada, no experimentada. Uno lee la literatura antropológica sobre la experiencia liminal y esas cosas, y uno dice: ah, existe más experiencia que solo vivir un tipo de vida superficial, un tipo de vida descolorida.

(Como dijo Thoreau en las primeras páginas de Walden, la mayor parte de la gente vive vidas de callada desesperación... tratando de sobrellevar las cosas, tratando de sobrevivir el día. Mira esta idea, que surgió en Estados Unidos: ¡Gracias a Dios que es viernes! Digo, ¡qué idea estúpida, en cierta manera! Pero no es estúpida, es triste. Pero así es el mundo real.)

Creo que mucho de lo del mundo alrededor de cada uno está diseñado en contra de la experiencia. Por ejemplo, la experiencia de tocar efectivamente el suelo. ¿Cuántas veces de verdad nos quitamos los zapatos y caminamos sobre la tierra? ¿Cómo se sienten [con las plantas de los pies] las diferentes clases de suelo? ¿Cuántas veces abrimos las ventanas? He visto edificios en los que uno no experimenta ninguna clase de aire excepto esa cosa artificial que es soplada a través de los túneles de ventilación. Hay muchas maneras cada día en que nosotros, es decir, la gente, nos privamos a nosotros mismos de la experiencia. Y ya no sabemos cómo aprovechar lo que es posible, igual que la gente no sabe cómo aprovechar el ocio, por ejemplo. ¿Cómo usar la experiencia? ¿Cómo caminar afuera y sentir el aire, ver el cielo, los árboles, cómo cambian, cómo experimentar a la persona frente a uno? Tengo la impresión, a partir de mi experiencia, de es mucho lo que se me ha escapado.

... es absolutamente necesario tener ejemplos humanos, bien fueran los griegos que leían a Homero y veían a las personas ejemplares en la Ilíada y la Odisea, o los cristianos que leían las vidas de los santos.

Y creo que es necesario en términos de experiencias ejemplares. Si nunca has amado a otra persona muy intensamente, digamos, no vas a saber qué es el amor. Ahora, esto es algo muy problemático, porque históricamente nos llegan toda clase de influencias. Las nociones de amor en cualquier momento concreto en la sociedad occidental pueden ser realmente muy cuestionables, digamos. Si nunca has experimentado qué es tener un amigo real realmente bueno y íntimo y no has podido compartir esa amistad, tu vida no solo es más vacía, sino que no tienes el modo de juzgar a la otra gente. Estás realmente [perdido] en el desierto.

Uno necesita experiencias ejemplares de los lugares, del pensamiento, del pensamiento claro. ¿Por qué? Ocurre que hay un montón de malos profesores por ahí, y un montón de libros malos, un montón de ejemplos malos.

-- "Lee Hoinacki, conciencia y coraje", entrevistado por Richard Whittaker, septiembre del año 2000, http://www.conversations.org/story.php?sid=5

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Jesús dijo : Si yo, que soy el señor y el maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. (Evangelio de Juan, capítulo 13, versos 14 y 15.)

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Nos sometemos a fantásticas degradaciones de consumo de imagen y sonido para anestesiar el dolor resultante de haber perdido la realidad. Para percibir esta humillación de la visión, el olfato, el tacto y no solo de la escucha, me fue necesario estudiar la historia de los actos corporales de percepción. No solo las certezas bíblicas sino también verdades medievales y clásicas concernientes a las percepciones sensibles han sido subvertidas hasta el punto en que una exégesis de textos antiguos debe primero superar insuperables obstáculos conceptuales y fisiológicos. Permítanme dar un ejemplo, por más extremo que sea.

Arrancarse uno el ojo cuando este provoca escándalo es un mandato evangélico. Y esta es una acción que siempre ha inspirado horror, pero que, sin embargo, era comprensible, en un régimen escópico donde los ojos emitían un cono visual que, como un órgano luminoso, agarraba y abrazaba la realidad. Pero esos ojos animados ya no existen... si no es metafóricamente. Ya no vemos envolviendo la realidad por medio de un cono de rayos emitidos por nuestra pupila. El régimen de ver a través del cual nosotros percibimos hoy convierte el acto de ver en una forma de grabación, funciona de manera muy parecida a una cámara de video. Apenas vale la pena arrancarse unos ojos que ya no violan a la realidad. Tales ojos iconofágicos (devoradores de imágenes) no sirven :

-- para hallar esperanza leyendo la Biblia
-- para aprehender los horrores del muro tecnológico, las cortinas digitalizadas que me separan de la realidad
-- y finalmente, para hallar alegría en el único espejo en el que puedo descubrirme a mí mismo, la púpila del otro.

-- Ivan Illich, "To honor Jaques Ellul", en base a un discurso pronunciado en Bordeaux, 13 de noviembre de 1993, impreso en 5 oct 2001, fuente http://www.davidtinapple.com/illich/1993_honor_ellul.PDF

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