Tres palomas muertas
Paloma sobre el asfalto de la calle Ladislao, llegando a la Nataniel, es una paloma muerta hace días, por lo delgado del resto. Muerta por carro, debe de haber sido. Nueva paloma sobre el asfalto de la Ladislao, en la cuadra siguiente, llegando a la Ayacucho, paloma muerta también hace días, por el aspecto. Supondrán ustedes la causa de la muerte. Tercera paloma sobre el asfalto en una tercera cuadra de la misma calle, por llegar a la Junín, y esta hace más días, pues es nada más una lámina. Misma causa de muerte, supongamos. Hoy viernes a media mañana, yendo a desayunar al Yarqay mercado.
Yo trato de no pisarlas, no repisarlas. Yo las miro, ahí donde quedaron. Alguna vez, si el cuerpo muerto es agarrable, es decir, si la cosa pasó hace no mucho, estiro eso fuera de la vía. Yo hablo sobre esto, hace años que lo hago. No es fácil mostrarle a la gente lo que salta a la vista.
Sí hay éxito, hasta hoy siempre lo hubo, al mostrarle al motorista del carro que viene, por si no ve o se hace el que no ve, a la paloma o el perro o la viejita (gente) o la wawa (gente) o el borracho (gente) que estarán en su camino : alarga el brazo un ciclista mientras va pasando y señala allí donde hay que respetar esa vida que pasa.
Tercera semana de octubre. Veo más, muchas palomas muertas en las calles, cada día varias, todas las últimas frescas, gordas, el rojo brotado de ellas, rotas, deshechas sobre el asfalto. No volarán ellas. Correrán sus victimarios ¿a dónde?
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Donde hay muchas palomas, donde ellas son dueñas del suelo, soy impaciente; para pasar, las espanto haciendo con los labios, los dientes, los brazos: ch ch. Ellas entienden, se apartan de la bici, me dejan seguir.
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