La música, los pájaros y el día. Lo otro.
Oigo la pieza que más me gusta. Al empezar a oírla, sus primeras notas me erizaron los pelos en los brazos. Se acerca el fin de la tarde. Las voces de unos pájaros que se acomodan en los árboles vencen la clausura de mis orejas por estos algodones que encierran unos parlantes que siguen dándome la música que me gusta. Los pájaros están afuera : iré a ellos, saldré de este lugar cerrado; con ojos y orejas buscaré a los pájaros mientras pedaleo por las calles. Afuera acabará el día de los pájaros, seguirá la música aquí adentro.
Sin que tenga que ver con lo anterior, yo me pregunto qué es lo sagrado, cómo es, cuándo se me dará con mayor duración. ¡Agradeceré entonces! Agradezco hoy esta ocasión de preguntar.
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